Con 11 carpetas de investigación abiertas, víctimas buscan justicia tras más de 10 años de impunidad, abuso sexual, amenaza y extorsión que sufrieron a manos de Erath “N”, un maestro de música de Cozumel, en un caso que se puede igualar con el de Jean Succar Kuri.

Araceli Andrade, abogada de las víctimas, expuso que el sujeto abusó de alrededor de 40 mujeres de las cuales 11 han presentado denuncias, y en dos casos ya se vinculó a proceso.

De acuerdo con los testimonios de las víctimas, Erath N aprovechó su posición de poder como profesor para abusar de menores, las intimidó y extorsionó con la difusión de videos sexuales. En algunos casos, les exigía llevar a otras mujeres para poder abusar de ellas.

El pasado sábado elementos de la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo cumplimentaron la orden de arresto emitida por un juez de control, en este caso, por el delito de violación en agravio de una menor de edad. Pero la causa de detención es apenas la punta del iceberg de todos los casos donde se le acusa, refiere Andrade.

El caso se asemeja al que documento Lydia Cacho en “Los Demonios del Edén”

En un comunicado, la Fiscalía dijo que luego de dos meses de seguimiento, análisis de información y el uso de herramientas tecnológicas, policías del área de inteligencia lograron ubicar al imputado en un domicilio que acababa de rentar en Playa del Carmen, después de haberse ocultado en diversos lugares.

No obstante, aunque han transcurrido dos meses desde la primera denuncia, la detención se llevó a cabo dos días después de que la diputada federal Míldred Ávila y la abogada Araceli Andrade sostuvieron una reunión privada, donde le expusieron la gravedad del caso.

La abogada, quien ha representado legalmente a la periodista y activista Lydia Cacho; aseveró que se trata de un caso tan grave como el documentado en el libro “Los Demonios del Edén”, que llevó a prisión al empresario Jean Succar Kuri.

El delito que se le imputa en la primera carpeta de investigación y por el cual fue detenido se cometió hace unos 10 años, cuando la víctima tenía 12 de edad. Sin embargo, se trata de un delito que no prescribe.