Prometieron un paraíso en una de las zonas más exclusivas y de mayor plusvalía de Cancún, pero se convirtió en un infierno.
Les prometieron un paraíso en una de las zonas más exclusivas y de mayor plusvalía de Cancún, pero se convirtió en un infierno.
Los afectados son los dueños de 123 “lujosos” departamentos del complejo “Marea Puerto Cancún” de la empresa “Elite Residences” vinculada al empresario Gustavo Tomé y que operó a través de su directora comercial Maureen Amaro Fernández.
La ejecutiva es la misma que la publicación Club presentó como una especialista del sector, que “lleva a la cima una nueva forma inmobiliaria residencial”, pero desde la empresa “Cronos Capital”, una de tantas que utiliza para defraudar a sus clientes.
Una de las formas de operar de la ejecutiva quedó en evidencia en Puerto Cancún, mediante una venta que inició con un departamento y de un loft en la Ciudad de México, a través de la empresa “Fibra Plus”.
De la operación, la citada empresa obtuvo el pago total de dos propiedades en preventa al ofrecer un descuento del 30 por ciento del valor, pero ante el inclumplimiento de entrega luego de una espera de dos años, la inexistencia del conjunto y el reclamo del afectado sugirió un intercambio por uno de los condominios de “Marea Puerto Cancún”.
Luego de pasar dos años sin que la entrega tampoco se resolviera, la víctima denunció la doble estafa mediante el mismo método. A la fecha, sigue sin departamento pero otra vez se le ofrece devolverle el pago por la misma cantidad que hizo hace cuatro años pero en 36 parcialidades. “Es un abuso, una burla lo que hace”.
Entre los afectados de los “lujosos” departamentos de Puerto Cancún hay también empresarios cancunenses y de otras partes del país, pero igualmente personas en retiro o jubiladas de los Estados Unidos, Canadá y Francia.
Cuando los clientes arriban a la llamada “Joya de la Corona” con la esperanza de obtener su inmueble, se hospedan en hoteles y los viajes resultan inútiles. “Es una estafa”.
Los propietarios pagaron diferentes anticipos hace cuatro años, en algunos casos casi todo el valor total de los inmuebles, tasados entre 4.5 a 21.9 millones de pesos, pero después la empresa responsable se desentendió y dejó una obra a medio terminar, que nuevamente pretende aplicar la misma estafa con otros 162 proyectados apartamentos.
Entre las víctimas de Puerto Cancún hubo 12 personas que cansadas del fraude comercial contrataron abogados y recursos notariales para tomar posesión legal de sus bienes, los que adquirieron hasta un millón de dólares.
Actualmente los que habitan en el desarrollo lo hacen en condiciones muy distintas a lo que se les ofreció. Su forma de vida en el complejo residencial contrasta con la vista espectacular que tienen desde las terrazas o de la fila de yates estacionados en el traspatio de construcciones contiguas.
A diferencia de sus vecinos, los residentes de “Marea Puerto Cancún” viven con luz prestada porque la empresa desarrolladora adeuda 12 millones de pesos a la Comisión Federal de Electricidad, con una pipa de agua potable que les abastece cada tercer día por una inconclusa red hidráulica y con cilindros de gas portátiles que recargan en algún establecimiento de la Av. López Portillo. La realidad nada tiene que ver con el publicitado ofrecimiento de “vivir en el paraíso”.
Al interior de los hogares prevalecen las filtraciones de agua en temporada de lluvias, los canceles de aluminio son de bajo perfil y junto con el vidrio de un calibre menor pone en duda su resistencia ante huracanes, pues se sacuden al menor movimiento. Los afectados recuerdan que se les prometió “un espacio seguro y confortable”.
Hay elevadores sin funcionar, paredes a medio terminar, escaleras y pasillos sin acabarse y un área de estacionamiento sin alumbrado, con tuberías expuestas sin ningún destino, escombro y encharcamientos permanentes.
El complejo carece de banquetas que delimiten las dos torres, en las explanadas hay firmes sin concluir con parrillas metálicas oxidadas, varillas expuestas y registros sanitarios sin tapa.
De las amenidades ofrecidas ninguna fue realidad. Tampoco hay salones de jóvenes y de adultos, un supuesto arenero, gimnasio equipado, cafetería, cine, biblioteca, juegos infantiles, ludoteca amueblada ni SPA.
Sobre un papel publicitario quedaron las albercas con carril de nado, canchas de tenis, pista para correr, palapas, snack bar y hasta un muelle. El anunciado “complejo paradisíaco lleno de estilo” resultó un fraude.
De acuerdo al “Master Plan”, el proyecto inmobiliario se concibió originalmente en tres torres de departamentos sobre una pequeña isla en la que habría también cabañas con vista al mar, al campo de golf y a la marina.
Únicamente se construyeron dos torres, la segunda a medias y en obra civil, sin divisiones que marcaran los apartamentos que mantienen en suspenso a los propietarios. La restante nunca existió.