Cultural Nacional

Para la cultura “no hay imposibles”, dice la secretaria Frausto de México

Unir a la humanidad a través de la cultura y sus raíces sonaba imposible, pero México y la Unesco demostraron con la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales (Mondiacult), celebrada en la capital mexicana, que “no hay imposibles”, dijo en una entrevista con EFE Alejandra Frausto, secretaria mexicana de Cultura.

En una pausa en el Festival Cervantino, que celebra su 50 aniversario, Frausto (Ciudad de México, 1972) también habló sobre la recuperación del patrimonio cultural de México, el racismo y el clasismo en la cultura, y la relación con España en este sector.

Para la funcionaria mexicana “con la fuerza que tiene la cultura y con el impacto económico a nivel global, resultaba increíble que en pleno 2022 no se tuviera un objetivo de desarrollo sostenible en la agenda 2030 de Naciones Unidas”.

Y que “después de 40 años no se hubiera dialogado, que hubiera un largo letargo y silencio, de la posibilidad de tener un movimiento cultural a nivel de todo el mundo, que pusiera sobre todo a la cultura en el centro del desarrollo de los países y de las naciones”.

Centrada en cuatro ejes temáticos: políticas culturales renovadas y reforzadas; cultura para el desarrollo sostenible; el patrimonio y la diversidad cultural en tiempos de crisis, y el futuro de la economía creativa, la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible, Mondiacult 2022, se llevó a cabo tras 40 años del 28 al 30 de septiembre.

“La cultura tiene esa gran fuerza, entonces no debemos dejar que se nos reduzca, nunca más, a un posible accesorio que es prescindible, sino nunca abandonar esta fuerza transformadora de la cultura”, dijo la ministra.

MONDIACULT, UN GRAN LOGRO

En esos tres días, la iniciativa reunió a casi 2.600 participantes en Ciudad de México y 150 Estados respondieron a la invitación de la Unesco y del Gobierno de México enviando delegaciones. De ellos, 135 estuvieron representados por sus ministros de Cultura.

A decir de Frausto, la reunión cultural pudo llevarse a cabo porque la respuesta de los países fue “muy generosa” y señaló que en una etapa del mundo “tan convulsa”, “no sé cuántos países más la hubieran podido realizar”.

“Parecía algo quizá muy utópico pero se logró”, expuso.

Además, se acordó la creación, a partir de 2025, de un Foro Mundial sobre Políticas Culturales, que la Unesco organizará cada cuatro años y los debates se nutrirán de un Informe Mundial sobre Políticas Culturales.

RECUPERACIÓN DEL PATRIMONIO

Acerca de la política de restitución de piezas del patrimonio cultural mexicano, que ha recibido reconocimiento internacional, y de la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, Frausto dijo que “es un esfuerzo muy grande”.

Recordó que durante los últimos años el Gobierno mexicano ha recuperado del extranjero alrededor de 9.000 piezas, “y seguimos contando”, que consideran patrimonio nacional, una acción que priorizó el presidente Andrés Manuel López Obrador desde que asumió el poder en diciembre de 2018.

“La instrucción del presidente fue repatriar todo aquello que está fuera de nuestro territorio y que es patrimonio de México. Ahora estamos en un combate muy grande en contra de las subastas y de que no se vean nuestro patrimonio como un artículo de ornato, que se pueda vender”, expuso.

Frausto dijo que México ha combatido subastas en ciudades como Nueva York, París y Roma en las que aparecen objetos robados o que pertenecen al patrimonio de México y han intensificado demandas ante gobiernos extranjeros para recuperar piezas arqueológicas y artísticas.

“Es una campaña de concientización, de que ese patrimonio le pertenece a los mexicanos, a las comunidades, a las regiones de esta de esta nación, hemos logrado parar alguna subastas, repatriar, y decomisar algunas piezas, repatriarlas con la cooperación de Italia, Alemania, Corea del Sur, Estados Unidos”, apuntó.

RELACIÓN MÉXICO-ESPAÑA

Sobre la relación entre México y España, con muchos roces en los últimos años en la parte política, Frausto señaló que en el tema de cultura hubo reuniones tanto con el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, como con el nuevo embajador, Juan Duarte, en el marco de Mondiacult.

“Iceta es un hombre extraordinario, muy comprometido con la diversidad cultural”, señaló Frausto, y dijo que la relación entre ambos países “es con base en el respeto y en un terreno de igualdad”.

Consideró que entre México y España “se están tejiendo lazos de respeto, de construcción” y agradeció la disposición que hay con ese trabajo.

“Siempre hay manera de tejer y unir a partir de la cultura, del respeto, del reconocimiento del otro en su diversidad y agradecemos la relación que se está presentando en estos momentos, concluyó.

DEJAR UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultural

Los ataques de la Alemania nazi que llevaron a México a entrar en la Segunda Guerra Mundial hace 80 años (y el momento transformador que generó para el país)Pero el suceso a la postre también representaría un parteaguas de una época transformadora para la sociedad y economía mexicana. “Si algo cambió la cara de México en el siglo XX, fue la entrada a la Segunda Guerra Mundial”, le dice a BBC Mundo el historiador César Valdez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Y es que el hundimiento del Potrero del Llano -y otro buque más, el Faja de Oro, siete días después- llevaron al México de la preguerra, con un desarrollo lento, a industrializarse y sentar las bases de lo que hoy es un vigoroso intercambio económico con Estados Unidos. Una potencia con la que comparte frontera y que hasta ese entonces despertaba un gran sentimiento de antagonismo entre los mexicanos de la época. Los hundimientos México, al igual que muchos países de América Latina, se habían mantenido al margen de la Segunda Guerra Mundial desde que estalló el conflicto en septiembre de 1939. La postura entre los países de América Latina era de no intervención, aunque muchos gobiernos -entre ellos el mexicano- sí condenaron las invasiones de la Alemania nazi.La Alemania nazi de Adolf Hitler no mostró un plan claro para incluir a México en su bando, pero hubo algunos intentos de inteligencia. Pero el ataque de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, cambió las cosas. Estados Unidos entró en la guerra y los países del continente comenzaron a enfrentar presiones para definirse. México, siendo el país a las puertas del territorio estadounidense, estaba en una posición compleja. “Estados Unidos hace un montón de informes de inteligencia y se los manda a México. Había nombres de empresarios, de políticos, de descendientes de alemanes”, señala Valdez. En esas circunstancias se dio el hundimiento de los buques petroleros mexicanos por parte de submarinos alemanes que ya tenían presencia en aguas cercanas a los países de América. El Faja de Oro sufrió una suerte similar al Potrero del Llano: el 20 de mayo, un submarino alemán U-106 hundió al barco en el estrecho de Florida y murieron 9 de los 37 tripulantes. “El hundimiento de los barcos mexicanos no es un caso aislado”, le explica a BBC Mundo el historiador Veremundo Carrillo-Reveles, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). “Hay toda una estrategia por parte del ejército alemán por tratar de cortar todos los suministros que se están enviando, de petróleo y de otros productos básicos, hacia Inglaterra”, añade.Barcos de Argentina, Brasil, Cuba, Colombia y Venezuela también fueron hundidos en el Atlántico. La declaración de guerra Ante la nula respuesta alemana a la exigencia de compensación por parte de México, el gobierno de Manuel Ávila Camacho pidió al Congreso una declaración de guerra. “Se declara que, a partir del día 22 de mayo de 1942, existe un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón”, establecía el documento. “El 13 de mayo el ataque vino. No decidido y franco, sino desleal, embozado y cobarde, asestado entre las tinieblas y con la confianza absoluta en la impunidad. Una semana más tarde se repitió el atentado frente a esta reiterada agresión, que vulnera todas las normas del derecho de gentes y que implica un ultraje sangriento para nuestra patria”, le dijo el presidente Ávila Camacho a la nación.En los hechos, el país no esperaba ni tenía capacidad de enviar una fuerza militar al frentede batalla en Europa, Asia o los océanos, pues el ejército mexicano en realidad era muy limitado. Había unos 50.000 efectivos que no conformaban brigadas ni divisiones, y la aviación contaba con solo 25 aviones, por lo que no había posibilidades de abrir una ofensiva. La defensa del país era igual de limitada. “El país no tenía fuerza antiaérea para repeler cualquier ataque del Pacífico”, señala Valdez, pues la principal preocupación del momento era la llegada de Japón a las costas mexicanas. Si bien para EE.UU. era bueno contar con México entre los aliados, la endeble posición militar del país se convirtió en una situación de cuidado.La declaracón de estado de guerra de México se conserva en el Archivo General de la Nación de México. “Para Estados Unidos esto es terrible, porque desconfían plenamente del gobierno mexicano y de su ejército. Entonces lo primero que comienzan a hacer es a sugerirle a México que transforme determinados rasgos de sus fuerzas armadas”, explica Valdez. A través de la Ley de Préstamos y Arrendamientos, EE.UU. empezó a ofrecer recursos económicos, provisiones militares y asistencia técnica para reforzar la posición de México. “México modifica totalmente su sistema de defensa, creando tres comandos: Pacífico, Golfo e Istmo. Teníamos cubierta la posible invasión japonesa por el Pacífico, resguardando el petróleo en el golfo de México, y el Istmo por la posible entrada por Centroamérica”, explica Valdez. Una lanzadera de desarrollo Además del mejoramiento militar, México vivió a partir de la entrada en la guerra un momento único de desarrollo económico que transformaría la realidad del país en poco tiempo. Y es que el país entró en una época de industrialización que en los esfuerzos de guerra era muy necesaria para proveer a Estados Unidos y los aliados de recursos. “Fue un momento crucial para la historia del siglo XX mexicano, porque se acelera tu industrialización por las necesidades de la guerra”, explica Carrillo-Reveles.El presidente Manuel Ávila Camacho encontró una punto de apoyo importante para negociar con EE.UU. al ser México un país estratégico en la región. “Entran muchísimas divisas que ayudan a que el país tenga un despegue”, añade. Además, comenzó el programa “Braceros” que permitió a decenas de miles de mexicanos trabajar legalmente en Estados Unidos, lo que dio pie a la primera gran migración a ese país. “Se van a trabajar no solo en los campos agrícolas, sino también en los ferrocarriles, en la industria”. Estados Unidos no podía permitirse que el país vecino cayera en el bando contrario, por lo que le dedicó buena parte de su atención. “Probablemente hubo cierta dosis de presión norteamericana para entrar [en la guerra]. Pero lo que no deja de llamar la atención es cómo estos políticos mexicanos aprovechan ese contexto para lanzar económicamente a México, que va a irse consolidando en los siguientes años”, señala Valdez. En los siguientes 20 años, México vivió un crecimiento económico notable que llegó a llamarse el “milagro mexicano”.Estados Unidos dio la bienvenida a miles de trabajadores mexicanos durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, “a México lo siguen viendo en el contexto internacional como un país de sombreros y pistolas”, dice Valdez. La vieja enemistad Más allá de los acuerdos políticos, entrar en la guerra no era algo popular para el pueblo mexicano. Una encuesta, de las primeras que hubo en el país, explica Carrillo-Reveles, mostraba que cerca del 70% de los mexicanos no apoyaba el que México participara en la Segunda Guerra Mundial. Y acompañar a Estados Unidos en un esfuerzo bélico era igual de impopular. En la década de 1930 se cumplió un siglo de la anexión de Texas por parte de EE.UU. y estaba por llegar el centenario de la guerra con Estados Unidos en la que México perdió la mitad de su territorio (1848). “Había un sentimiento histórico antiestadounidense muy fuerte, y también antibritánico, porque hay que recordar que después de la expropiación petrolera de 1938, Inglaterra rompe relaciones con México”, señala Carrillo-Reveles.Además, el gobierno mexicano enfrentaba inestabilidad política, tanto por los grupos opositores de los sectores de la izquierda, incluidos los comunistas, como de los derechistas, con grupos alineados a la ideología fascista. La guerra, sin embargo, fue aprovechada por el gobierno para cerrar flancos: “Surge la oportunidad de transformar el discurso de enfrentamiento político que provoca el cardenismo [del gobierno de Lázaro Cárdenas, 1934-1940] en una política de unidad nacional para los mexicanos”, indica Carrillo-Reveles. Y hubo una muy intensa campaña de propaganda gubernamental -apoyada desde EE.UU., advierte Valdez- para convencer a los mexicanos de las razones de estar con los aliados. “No hay secretaría de Estado mexicana que no haya impreso un cartel donde la bandera mexicana y la norteamericana aparezcan juntas. Pero no necesariamente creo que se haya diluido ese sentimiento en contra de Estados Unidos”, explica el historiador. El Escuadrón 201 en batalla Pese a las limitadas posibilidades de México, el gobierno envió un contingente fuera de su territorio: el Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana. Acompañó a la 5ª Fuerza Aérea de EE.UU. en su campaña contra el imperio japonés en Filipinas.El expresidente Lázaro Cárdenas, una figura fuerte del nacionalismo, sirvió para que el gobierno tuviera respaldo popular a la guerra. A pesar de la desconfianza de la contraparte estadounidense, los pilotos mexicanos ejecutaron ataques en picada peligrosos en julio de 1945 en los alrededores de Manila. Su participación se dio a solo unas semanas de que se produjeran los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin al conflicto en Asia. “Fue una contribución mexicana en la medida de sus posibilidades”, explica Valdez. “Ellos entraron en acción de guerra, iban a combatir a los japoneses, tuvieron entusiasmo, tuvieron miedo, Estuvieron en guerra porque México estaba en guerra”, dice el historiador ante la concepción que se creó años después de que la participación mexicana fue simbólica. Aquellos pilotos mexicanos no tenían idea de que estaba por terminar la guerra del Pacífico con una operación altamente secreta para lanzar bombas atómicas.México participó en la campaña que encabezaba Estados Unidos en el Pacífico, en países como Filipinas. Pero más allá de lo que hizo el Escuadrón 201, Carrillo-Reveles destaca cómo México tuvo una contribución importante en la victoria de los aliados a través de todo el apoyo de fuerza laboral e industrial a Estados Unidos. “Contribuyen de manera muy importante a que la economía de Estados Unidos no pare y que pueda mantener incluso a flote a una Europa que está colapsada completamente”, señala. Por mucho tiempo circularon versiones sin sustento, señalan los historiadores, de que Estados Unidos fue el que hundió al Potrero del Llano y el Faja de Oro. “Hoy no hay absolutamente ninguna evidencia de que haya sido Estados Unidos”, apunta Valdez. En cambio, el tiempo mostraría que la guerra fue un momento transformador para México: “Y si se piensa, todo esto es producido por el hundimiento de un barco”.