Nacional

¿México será el nuevo China? Exportaciones a EU siguen ganando terreno

Desde que inició la guerra comercial entre Estados Unidos y China, las exportaciones de México hacia el vecino del norte son las que más mercado han ganado de esta situación, algo que podría seguir aumentando gracias al nearshoring en los próximos años.

De acuerdo con Citibanamex, con datos a junio, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos alcanzaron los 41,100 millones de dólares, mientras que las chinas sumaron 34,334 millones de dólares y las de Canadá 35,111 millones de dólares.

La institución financiera precisó que con esto la participación de mercado de México llegó a 15.9% del total, por encima del 15.7% registrado en mayo, por arriba de las chinas que representaron el 13.3%, contra el 13.6% previo.

“Considerando el promedio móvil de 12 meses, México cuenta con una participación de mercado de 14.88%, cifra con la cual también ya superó ligeramente a China que se ubicó en 14.83%. Vale la pena destacar que este comportamiento no se observaba desde mayo de 2003. En línea con la tendencia reciente de las importaciones de Estados Unidos, México seguiría avanzando en su participación de mercado”, precisó Citibanamex.

Por su parte, Banco Base indicó que, Vietnam ha actuado como un sustituto del gigante asiático por la mano de obra barata, de hecho, es el segundo país que más participación ha ganando, al pasar de 1.9% a 3.4% del total de las compras de Estados Unidos al exterior; mientras que en tercer lugar está Canadá.

No obstante, tanto a la economía mexicana como a la canadiense les ha favorecido la ubicación geográfica al compartir frontera con el mercado estadounidense, con lo cual los costos logísticos y tiempos de entrega se mantuvieron estables durante la pandemia.

En este sentido, la institución destacó que ambos países tienen un tratado comercial con Estados Unidos y cumplen mejor con los criterios de ESG tan buscados hoy por las empresas; además han sido la escala más cercana a regresar la producción a unión americana y son los que eligió como aliados comerciales, mientras que con China continúa la guerra comercial.

“Aunque México tiene una posición geográfica privilegiada para el nearshoring con Estados Unidos, existen otros países que ofrecen otras ventajas. Además, la oportunidad de relocalización de empresas no durará eternamente”, consideró Banco Base.

Por lo que si México no la aprovecha habrá otras naciones que, aunque estén lejos geográficamente de Estados Unidos, como Vietnam, serán los receptores de las empresas que han dejado China ante la desglobalización y la guerra comercial con Estados Unidos.

¿México se volverá el nuevo China?

A la par de que las exportaciones mexicanas al mercado estadounidense siguen ganando terreno, en el último la palabra nearshoring se ha vuelto más popular, debido al anuncio de nuevas inversiones y la llegada de empresas al país, por lo que algunos se preguntan si México se volverá el nuevo China.

Banco Base consideró que México tiene condiciones muy distintas a las del gigante asiático, pues no representa una amenaza económica y política para Estados Unidos, el cual al iniciar su globalización contaba con mano de obra barata que aseguraba la disminución de los costos de producción.

Sin embargo, en la medida que la economía de China crecía, los costos de mano de obra subieron, dejando de ser un atractivo para las empresas que localizaron su producción en ese país, aunque sus economías de escala siguen ofreciendo un atractivo, así como la infraestructura de ese país que está inmerso en el comercio global.

Por el contrario, la escasa política de protección de propiedad intelectual en el país asiático, la variante en nivel de calidad, la cultura en la forma de hacer negocios y la posibilidad de más aranceles y restricciones por parte de Estados Unidos representan un reto y por lo tanto riesgos para las empresas que quieren migrar a ese país.

En el caso de México, Banco Base precisó que los costos de mano de obra, aunque siguen siendo competitivos, han subido como resultado de la reforma del outsourcing, los incrementos del salario mínimo, y el aumento en los días de vacaciones, así como resultado del crecimiento económico que ha impulsado la demanda de trabajo.

Asimismo, la institución financiera expuso que existe una percepción de inseguridad y corrupción, lo cual tiene un efecto en los costos en que incurren las empresas en el país; mientras que la infraestructura representa un reto por la posibilidad de que no haya suficiente agua y energía eléctrica en el futuro para las empresas que migren al país.

“Con todo esto, México limita el aprovechamiento de la oportunidad del nearshoring. Con políticas económicas adecuadas el país podría estar viviendo su ‘momento histórico mexicano’”, aseguró Banco Base.

Y es que México se encuentra compitiendo con otras economías para atraer la inversión extranjera, donde países de Europa del Este, Asia, e incluso Sudamérica, también ofrecen oportunidades atractivas para el nearshoring.

Por otro lado, el reshoring, es decir, el retorno de las operaciones comerciales a su país de origen, en este caso, principalmente a Estados Unidos, también está cobrando impulso, dado que las empresas están reconsiderando la descentralización de sus operaciones y ahora optan por mantenerlas más cerca o dentro de casa, para un mayor control.

“Aunque México cuenta con varias ventajas, es indispensable que continúe mejorando su infraestructura, estabilidad política y económica, seguridad pública y su marco institucional para generar confianza y mantener su atractivo para la inversión extranjera en este mercado cada vez más competido”, agregó Banco Base.

DEJAR UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultural

Los ataques de la Alemania nazi que llevaron a México a entrar en la Segunda Guerra Mundial hace 80 años (y el momento transformador que generó para el país)Pero el suceso a la postre también representaría un parteaguas de una época transformadora para la sociedad y economía mexicana. “Si algo cambió la cara de México en el siglo XX, fue la entrada a la Segunda Guerra Mundial”, le dice a BBC Mundo el historiador César Valdez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Y es que el hundimiento del Potrero del Llano -y otro buque más, el Faja de Oro, siete días después- llevaron al México de la preguerra, con un desarrollo lento, a industrializarse y sentar las bases de lo que hoy es un vigoroso intercambio económico con Estados Unidos. Una potencia con la que comparte frontera y que hasta ese entonces despertaba un gran sentimiento de antagonismo entre los mexicanos de la época. Los hundimientos México, al igual que muchos países de América Latina, se habían mantenido al margen de la Segunda Guerra Mundial desde que estalló el conflicto en septiembre de 1939. La postura entre los países de América Latina era de no intervención, aunque muchos gobiernos -entre ellos el mexicano- sí condenaron las invasiones de la Alemania nazi.La Alemania nazi de Adolf Hitler no mostró un plan claro para incluir a México en su bando, pero hubo algunos intentos de inteligencia. Pero el ataque de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, cambió las cosas. Estados Unidos entró en la guerra y los países del continente comenzaron a enfrentar presiones para definirse. México, siendo el país a las puertas del territorio estadounidense, estaba en una posición compleja. “Estados Unidos hace un montón de informes de inteligencia y se los manda a México. Había nombres de empresarios, de políticos, de descendientes de alemanes”, señala Valdez. En esas circunstancias se dio el hundimiento de los buques petroleros mexicanos por parte de submarinos alemanes que ya tenían presencia en aguas cercanas a los países de América. El Faja de Oro sufrió una suerte similar al Potrero del Llano: el 20 de mayo, un submarino alemán U-106 hundió al barco en el estrecho de Florida y murieron 9 de los 37 tripulantes. “El hundimiento de los barcos mexicanos no es un caso aislado”, le explica a BBC Mundo el historiador Veremundo Carrillo-Reveles, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). “Hay toda una estrategia por parte del ejército alemán por tratar de cortar todos los suministros que se están enviando, de petróleo y de otros productos básicos, hacia Inglaterra”, añade.Barcos de Argentina, Brasil, Cuba, Colombia y Venezuela también fueron hundidos en el Atlántico. La declaración de guerra Ante la nula respuesta alemana a la exigencia de compensación por parte de México, el gobierno de Manuel Ávila Camacho pidió al Congreso una declaración de guerra. “Se declara que, a partir del día 22 de mayo de 1942, existe un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón”, establecía el documento. “El 13 de mayo el ataque vino. No decidido y franco, sino desleal, embozado y cobarde, asestado entre las tinieblas y con la confianza absoluta en la impunidad. Una semana más tarde se repitió el atentado frente a esta reiterada agresión, que vulnera todas las normas del derecho de gentes y que implica un ultraje sangriento para nuestra patria”, le dijo el presidente Ávila Camacho a la nación.En los hechos, el país no esperaba ni tenía capacidad de enviar una fuerza militar al frentede batalla en Europa, Asia o los océanos, pues el ejército mexicano en realidad era muy limitado. Había unos 50.000 efectivos que no conformaban brigadas ni divisiones, y la aviación contaba con solo 25 aviones, por lo que no había posibilidades de abrir una ofensiva. La defensa del país era igual de limitada. “El país no tenía fuerza antiaérea para repeler cualquier ataque del Pacífico”, señala Valdez, pues la principal preocupación del momento era la llegada de Japón a las costas mexicanas. Si bien para EE.UU. era bueno contar con México entre los aliados, la endeble posición militar del país se convirtió en una situación de cuidado.La declaracón de estado de guerra de México se conserva en el Archivo General de la Nación de México. “Para Estados Unidos esto es terrible, porque desconfían plenamente del gobierno mexicano y de su ejército. Entonces lo primero que comienzan a hacer es a sugerirle a México que transforme determinados rasgos de sus fuerzas armadas”, explica Valdez. A través de la Ley de Préstamos y Arrendamientos, EE.UU. empezó a ofrecer recursos económicos, provisiones militares y asistencia técnica para reforzar la posición de México. “México modifica totalmente su sistema de defensa, creando tres comandos: Pacífico, Golfo e Istmo. Teníamos cubierta la posible invasión japonesa por el Pacífico, resguardando el petróleo en el golfo de México, y el Istmo por la posible entrada por Centroamérica”, explica Valdez. Una lanzadera de desarrollo Además del mejoramiento militar, México vivió a partir de la entrada en la guerra un momento único de desarrollo económico que transformaría la realidad del país en poco tiempo. Y es que el país entró en una época de industrialización que en los esfuerzos de guerra era muy necesaria para proveer a Estados Unidos y los aliados de recursos. “Fue un momento crucial para la historia del siglo XX mexicano, porque se acelera tu industrialización por las necesidades de la guerra”, explica Carrillo-Reveles.El presidente Manuel Ávila Camacho encontró una punto de apoyo importante para negociar con EE.UU. al ser México un país estratégico en la región. “Entran muchísimas divisas que ayudan a que el país tenga un despegue”, añade. Además, comenzó el programa “Braceros” que permitió a decenas de miles de mexicanos trabajar legalmente en Estados Unidos, lo que dio pie a la primera gran migración a ese país. “Se van a trabajar no solo en los campos agrícolas, sino también en los ferrocarriles, en la industria”. Estados Unidos no podía permitirse que el país vecino cayera en el bando contrario, por lo que le dedicó buena parte de su atención. “Probablemente hubo cierta dosis de presión norteamericana para entrar [en la guerra]. Pero lo que no deja de llamar la atención es cómo estos políticos mexicanos aprovechan ese contexto para lanzar económicamente a México, que va a irse consolidando en los siguientes años”, señala Valdez. En los siguientes 20 años, México vivió un crecimiento económico notable que llegó a llamarse el “milagro mexicano”.Estados Unidos dio la bienvenida a miles de trabajadores mexicanos durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, “a México lo siguen viendo en el contexto internacional como un país de sombreros y pistolas”, dice Valdez. La vieja enemistad Más allá de los acuerdos políticos, entrar en la guerra no era algo popular para el pueblo mexicano. Una encuesta, de las primeras que hubo en el país, explica Carrillo-Reveles, mostraba que cerca del 70% de los mexicanos no apoyaba el que México participara en la Segunda Guerra Mundial. Y acompañar a Estados Unidos en un esfuerzo bélico era igual de impopular. En la década de 1930 se cumplió un siglo de la anexión de Texas por parte de EE.UU. y estaba por llegar el centenario de la guerra con Estados Unidos en la que México perdió la mitad de su territorio (1848). “Había un sentimiento histórico antiestadounidense muy fuerte, y también antibritánico, porque hay que recordar que después de la expropiación petrolera de 1938, Inglaterra rompe relaciones con México”, señala Carrillo-Reveles.Además, el gobierno mexicano enfrentaba inestabilidad política, tanto por los grupos opositores de los sectores de la izquierda, incluidos los comunistas, como de los derechistas, con grupos alineados a la ideología fascista. La guerra, sin embargo, fue aprovechada por el gobierno para cerrar flancos: “Surge la oportunidad de transformar el discurso de enfrentamiento político que provoca el cardenismo [del gobierno de Lázaro Cárdenas, 1934-1940] en una política de unidad nacional para los mexicanos”, indica Carrillo-Reveles. Y hubo una muy intensa campaña de propaganda gubernamental -apoyada desde EE.UU., advierte Valdez- para convencer a los mexicanos de las razones de estar con los aliados. “No hay secretaría de Estado mexicana que no haya impreso un cartel donde la bandera mexicana y la norteamericana aparezcan juntas. Pero no necesariamente creo que se haya diluido ese sentimiento en contra de Estados Unidos”, explica el historiador. El Escuadrón 201 en batalla Pese a las limitadas posibilidades de México, el gobierno envió un contingente fuera de su territorio: el Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana. Acompañó a la 5ª Fuerza Aérea de EE.UU. en su campaña contra el imperio japonés en Filipinas.El expresidente Lázaro Cárdenas, una figura fuerte del nacionalismo, sirvió para que el gobierno tuviera respaldo popular a la guerra. A pesar de la desconfianza de la contraparte estadounidense, los pilotos mexicanos ejecutaron ataques en picada peligrosos en julio de 1945 en los alrededores de Manila. Su participación se dio a solo unas semanas de que se produjeran los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin al conflicto en Asia. “Fue una contribución mexicana en la medida de sus posibilidades”, explica Valdez. “Ellos entraron en acción de guerra, iban a combatir a los japoneses, tuvieron entusiasmo, tuvieron miedo, Estuvieron en guerra porque México estaba en guerra”, dice el historiador ante la concepción que se creó años después de que la participación mexicana fue simbólica. Aquellos pilotos mexicanos no tenían idea de que estaba por terminar la guerra del Pacífico con una operación altamente secreta para lanzar bombas atómicas.México participó en la campaña que encabezaba Estados Unidos en el Pacífico, en países como Filipinas. Pero más allá de lo que hizo el Escuadrón 201, Carrillo-Reveles destaca cómo México tuvo una contribución importante en la victoria de los aliados a través de todo el apoyo de fuerza laboral e industrial a Estados Unidos. “Contribuyen de manera muy importante a que la economía de Estados Unidos no pare y que pueda mantener incluso a flote a una Europa que está colapsada completamente”, señala. Por mucho tiempo circularon versiones sin sustento, señalan los historiadores, de que Estados Unidos fue el que hundió al Potrero del Llano y el Faja de Oro. “Hoy no hay absolutamente ninguna evidencia de que haya sido Estados Unidos”, apunta Valdez. En cambio, el tiempo mostraría que la guerra fue un momento transformador para México: “Y si se piensa, todo esto es producido por el hundimiento de un barco”.