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Los mexicanos enfrentan la crisis económica en dos frentes: la covid-19 y la política interna

La segunda economía más grande América Latina se muestra rezagada en comparación con sus pares a nivel mundial

Adriana Zazueta tardó años en hacer de su negocio una operación redituable. Su restaurante de pollos al carbón estaba ubicado en el Paseo de la Reforma, el equivalente a los Campos Elíseos de la capital mexicana, y un poderoso centro económico que reúne empleados de empresas nacionales y transnacionales. Tardó más de dos años en construir una reputación como una opción saludable, sabrosa y rápida para la hora de la comida y convertirse en un favorito de oficinistas en la zona. Caminando desde los camellones de la avenida, era imposible pasar de vista Don Pollo. El local tenía tres pisos, un elevador y un letrero amarillo con naranja que invitaba a los transeúntes con promociones y fotografías de jugosos tacos, guacamole y frijoles refritos.

“Yo vivía de eso, y la pandemia llevó mis ingresos a cero, nada”, dice la empresaria de 48 años, “pero, la verdad, es que mi negocio empezó a caer desde 2019″.

México, la segunda economía más grande de Latinoamérica, vive una realidad económica distinta a la de muchos de sus pares en la región, en donde el producto interno bruto (PIB) ya se encuentra en niveles por encima de los inicios de la pandemia. Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó de que la economía mexicana se contrajo en -0,1% en el último trimestre de 2021. La variación anual del PIB en 2021 fue de 5%, insuficiente para compensar la caída de 8,3% que ocasionó la pandemia en 2020.

“El 2018 fue, para mí, un muy buen año y, de ahí, nunca se repitió”, cuenta Zazueta, dueña de Don Pollo, profesionista con posgrado en Administración, y madre. Cada año, en diciembre, empresas con oficinas cercanas alquilaban el último piso de su local para ofrecer una fiesta navideña a sus empleados. “En diciembre de 2019, no tuve, ni cerca, el mismo número de empresas pagando un festejo. Empresas que estaban antes en la zona, ya no estaban, se fueron. La aplicación de delivery Postmates también se fue ese año. Lo que yo veo es que tuvo que ver con la cancelación del aeropuerto”.

La economía de México empezó a caer antes de la pandemia. En 2019, el PIB cayó -0,1%, una contracción que se explica, en parte, por el bajo gasto del Gobierno y, en parte, por la caída en la inversión del sector privado. El índice de inversión fija bruta del Inegi alcanzó su máximo histórico en 2015, bajo el Gobierno de Enrique Peña Nieto, el cual pasó reformas estructurales que abrieron el mercado energético y nivelaron la competencia entre empresas de telecomunicaciones. En octubre de 2018, meses antes de tomar el poder, Andrés Manuel López Obrador canceló un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, obra respaldada por inversores internacionales, que ya estaba en construcción. Este fue el inicio del descenso de la inversión en el país. A noviembre de 2021, la inversión registró su tercera caída mensual consecutiva, y, de acuerdo con un análisis de Banco Base, sigue casi 17% por debajo de su nivel máximo histórico.

La covid-19 sigue haciendo estragos en todo el mundo. La cuarta ola, impulsada por la variante ómicron, ha generado disrupciones en la producción de bienes y servicios por bajas médicas, así como el número de muertes relacionadas con el virus. Sin embargo, a México lo está frenando también la política interna. Gabriela Siller, directora de análisis económico de Banco Base, estima que, entre las 50 economías más grandes del mundo, México se ubica en la posición 44 en recuperación del PIB, por debajo de Sudáfrica, Vietnam y Nigeria.

“Creemos que la razón principal de la lenta recuperación es el bajo estímulo fiscal y el débil gasto público durante la pandemia”, escribió Luciano Rostagno, doctor en finanzas y analista del banco de inversión Mizuho, en un reporte publicado el martes. López Obrador anunció en marzo de 2020 que no se “rescataría” a empresas y negó ofrecer incentivos fiscales. Su política se centró en pequeños préstamos únicos y adelantos de pensiones a adultos mayores, campesinos y jóvenes aprendices.

Zazueta aplicó para uno de los préstamos de 25.000 pesos (1.200 dólares) durante 2020. “Me alcanzó para pagar una renta, un mes, y nada más”, cuenta la empresaria en entrevista. Entre cada pregunta, responde a los pedidos que su clientela hace por WhatsApp. “Mándale un panquecito de cortesía”, le pide al teléfono a uno de los tres empleados que quedaron, de los 24 que eran. Del local de 700 metros cuadrados en Paseo de la Reforma, Zazueta se tuvo que cambiar a uno, en la misma zona, de 20. “Es posible que para una empresa mucho más pequeña, ese dinero hubiera hecho una diferencia. Pero para mí no y, ahora, ese es un préstamo que tengo que pagar”.

Sus ingresos actualmente representan el 5% de lo que ganaba en 2018 y sobrevive gracias a los ahorros que había acumulado en los buenos años. El Gobierno federal no suspendió de manera temporal pagos de impuestos a empresas como las de Zazueta, quien cerró por completo el restaurante durante siete meses en 2020. “Leer en las noticias cómo en otros países ofrecían apoyos, subsidiaban el empleo, para mí era traumatizante”, cuenta la empresaria.

Política interna

“El sector servicios siguió arrastrando a la economía, con una caída del 0,7%, impactado por una reforma laboral que prohibió la subcontratación”, apuntó Rostagno, de Mizuho, refiriéndose a la ley que prohíbe el outsourcing en la mayoría de sus formas, la cual entró en vigor en 2021. La controvertida ley fue un compromiso que el Gobierno de México hizo a EE UU y Canadá durante la renegociación del tratado de libre comercio, el T-Mec.

Mucho del gasto público que entre 2020 y 2021 se canalizó a las empresas del Estado, Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Tan solo el año pasado, el director de Pemex dijo que el Gobierno federal cubriría 36.000 millones de dólares en deuda de la petrolera -la más endeudada del mundo-. CFE, por su parte, fue la única dependencia que aumentó su plantilla de empleados cuando tomó el poder López Obrador, quien adelgazó el tamaño de secretarías, agencias y reguladores, abogando por una “austeridad republicana”.

El gasto en las empresas estatales viene acompañado de un empuje legislativo por revertir parte de las reformas del Gobierno anterior. López Obrador busca hacer de Pemex y CFE los jugadores preponderantes en el mercado, limitando la participación de los privados. Los intentos por revertir la legislación, así como los ataques a empresarios por parte del presidente han generado tensión entre el Gobierno y el sector privado.

Empresas de energías renovables han sido particularmente afectadas. Por órdenes del presidente, los reguladores han suspendido o retrasado permisos y licencias que las empresas necesitan para operar. Subastas programadas para este sexenio, en las que eólicos y solares competirían por instalar capacidad en el país, fueron canceladas. Para grandes empresas multinacionales, que buscan migrar a energías limpias para mantener una marca fuerte y buena imagen, la actitud del Gobierno de López Obrador pone en riesgo sus compromisos.

“¿Por qué gastar en una nueva refinería cuando la idea, a futuro, es que ya no se use el petróleo?”, cuestiona Zazueta. “Yo no veo que mis impuestos se inviertan en escuelas de buena calidad, en servicios de salud, en carreteras. En México hay dinero, hay mucho dinero, pero las empresas como la mía no vemos ni un beneficio”.

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Cultural

Los ataques de la Alemania nazi que llevaron a México a entrar en la Segunda Guerra Mundial hace 80 años (y el momento transformador que generó para el país)Pero el suceso a la postre también representaría un parteaguas de una época transformadora para la sociedad y economía mexicana. “Si algo cambió la cara de México en el siglo XX, fue la entrada a la Segunda Guerra Mundial”, le dice a BBC Mundo el historiador César Valdez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Y es que el hundimiento del Potrero del Llano -y otro buque más, el Faja de Oro, siete días después- llevaron al México de la preguerra, con un desarrollo lento, a industrializarse y sentar las bases de lo que hoy es un vigoroso intercambio económico con Estados Unidos. Una potencia con la que comparte frontera y que hasta ese entonces despertaba un gran sentimiento de antagonismo entre los mexicanos de la época. Los hundimientos México, al igual que muchos países de América Latina, se habían mantenido al margen de la Segunda Guerra Mundial desde que estalló el conflicto en septiembre de 1939. La postura entre los países de América Latina era de no intervención, aunque muchos gobiernos -entre ellos el mexicano- sí condenaron las invasiones de la Alemania nazi.La Alemania nazi de Adolf Hitler no mostró un plan claro para incluir a México en su bando, pero hubo algunos intentos de inteligencia. Pero el ataque de Japón a la base estadounidense de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, cambió las cosas. Estados Unidos entró en la guerra y los países del continente comenzaron a enfrentar presiones para definirse. México, siendo el país a las puertas del territorio estadounidense, estaba en una posición compleja. “Estados Unidos hace un montón de informes de inteligencia y se los manda a México. Había nombres de empresarios, de políticos, de descendientes de alemanes”, señala Valdez. En esas circunstancias se dio el hundimiento de los buques petroleros mexicanos por parte de submarinos alemanes que ya tenían presencia en aguas cercanas a los países de América. El Faja de Oro sufrió una suerte similar al Potrero del Llano: el 20 de mayo, un submarino alemán U-106 hundió al barco en el estrecho de Florida y murieron 9 de los 37 tripulantes. “El hundimiento de los barcos mexicanos no es un caso aislado”, le explica a BBC Mundo el historiador Veremundo Carrillo-Reveles, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). “Hay toda una estrategia por parte del ejército alemán por tratar de cortar todos los suministros que se están enviando, de petróleo y de otros productos básicos, hacia Inglaterra”, añade.Barcos de Argentina, Brasil, Cuba, Colombia y Venezuela también fueron hundidos en el Atlántico. La declaración de guerra Ante la nula respuesta alemana a la exigencia de compensación por parte de México, el gobierno de Manuel Ávila Camacho pidió al Congreso una declaración de guerra. “Se declara que, a partir del día 22 de mayo de 1942, existe un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón”, establecía el documento. “El 13 de mayo el ataque vino. No decidido y franco, sino desleal, embozado y cobarde, asestado entre las tinieblas y con la confianza absoluta en la impunidad. Una semana más tarde se repitió el atentado frente a esta reiterada agresión, que vulnera todas las normas del derecho de gentes y que implica un ultraje sangriento para nuestra patria”, le dijo el presidente Ávila Camacho a la nación.En los hechos, el país no esperaba ni tenía capacidad de enviar una fuerza militar al frentede batalla en Europa, Asia o los océanos, pues el ejército mexicano en realidad era muy limitado. Había unos 50.000 efectivos que no conformaban brigadas ni divisiones, y la aviación contaba con solo 25 aviones, por lo que no había posibilidades de abrir una ofensiva. La defensa del país era igual de limitada. “El país no tenía fuerza antiaérea para repeler cualquier ataque del Pacífico”, señala Valdez, pues la principal preocupación del momento era la llegada de Japón a las costas mexicanas. Si bien para EE.UU. era bueno contar con México entre los aliados, la endeble posición militar del país se convirtió en una situación de cuidado.La declaracón de estado de guerra de México se conserva en el Archivo General de la Nación de México. “Para Estados Unidos esto es terrible, porque desconfían plenamente del gobierno mexicano y de su ejército. Entonces lo primero que comienzan a hacer es a sugerirle a México que transforme determinados rasgos de sus fuerzas armadas”, explica Valdez. A través de la Ley de Préstamos y Arrendamientos, EE.UU. empezó a ofrecer recursos económicos, provisiones militares y asistencia técnica para reforzar la posición de México. “México modifica totalmente su sistema de defensa, creando tres comandos: Pacífico, Golfo e Istmo. Teníamos cubierta la posible invasión japonesa por el Pacífico, resguardando el petróleo en el golfo de México, y el Istmo por la posible entrada por Centroamérica”, explica Valdez. Una lanzadera de desarrollo Además del mejoramiento militar, México vivió a partir de la entrada en la guerra un momento único de desarrollo económico que transformaría la realidad del país en poco tiempo. Y es que el país entró en una época de industrialización que en los esfuerzos de guerra era muy necesaria para proveer a Estados Unidos y los aliados de recursos. “Fue un momento crucial para la historia del siglo XX mexicano, porque se acelera tu industrialización por las necesidades de la guerra”, explica Carrillo-Reveles.El presidente Manuel Ávila Camacho encontró una punto de apoyo importante para negociar con EE.UU. al ser México un país estratégico en la región. “Entran muchísimas divisas que ayudan a que el país tenga un despegue”, añade. Además, comenzó el programa “Braceros” que permitió a decenas de miles de mexicanos trabajar legalmente en Estados Unidos, lo que dio pie a la primera gran migración a ese país. “Se van a trabajar no solo en los campos agrícolas, sino también en los ferrocarriles, en la industria”. Estados Unidos no podía permitirse que el país vecino cayera en el bando contrario, por lo que le dedicó buena parte de su atención. “Probablemente hubo cierta dosis de presión norteamericana para entrar [en la guerra]. Pero lo que no deja de llamar la atención es cómo estos políticos mexicanos aprovechan ese contexto para lanzar económicamente a México, que va a irse consolidando en los siguientes años”, señala Valdez. En los siguientes 20 años, México vivió un crecimiento económico notable que llegó a llamarse el “milagro mexicano”.Estados Unidos dio la bienvenida a miles de trabajadores mexicanos durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de la guerra, “a México lo siguen viendo en el contexto internacional como un país de sombreros y pistolas”, dice Valdez. La vieja enemistad Más allá de los acuerdos políticos, entrar en la guerra no era algo popular para el pueblo mexicano. Una encuesta, de las primeras que hubo en el país, explica Carrillo-Reveles, mostraba que cerca del 70% de los mexicanos no apoyaba el que México participara en la Segunda Guerra Mundial. Y acompañar a Estados Unidos en un esfuerzo bélico era igual de impopular. En la década de 1930 se cumplió un siglo de la anexión de Texas por parte de EE.UU. y estaba por llegar el centenario de la guerra con Estados Unidos en la que México perdió la mitad de su territorio (1848). “Había un sentimiento histórico antiestadounidense muy fuerte, y también antibritánico, porque hay que recordar que después de la expropiación petrolera de 1938, Inglaterra rompe relaciones con México”, señala Carrillo-Reveles.Además, el gobierno mexicano enfrentaba inestabilidad política, tanto por los grupos opositores de los sectores de la izquierda, incluidos los comunistas, como de los derechistas, con grupos alineados a la ideología fascista. La guerra, sin embargo, fue aprovechada por el gobierno para cerrar flancos: “Surge la oportunidad de transformar el discurso de enfrentamiento político que provoca el cardenismo [del gobierno de Lázaro Cárdenas, 1934-1940] en una política de unidad nacional para los mexicanos”, indica Carrillo-Reveles. Y hubo una muy intensa campaña de propaganda gubernamental -apoyada desde EE.UU., advierte Valdez- para convencer a los mexicanos de las razones de estar con los aliados. “No hay secretaría de Estado mexicana que no haya impreso un cartel donde la bandera mexicana y la norteamericana aparezcan juntas. Pero no necesariamente creo que se haya diluido ese sentimiento en contra de Estados Unidos”, explica el historiador. El Escuadrón 201 en batalla Pese a las limitadas posibilidades de México, el gobierno envió un contingente fuera de su territorio: el Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana. Acompañó a la 5ª Fuerza Aérea de EE.UU. en su campaña contra el imperio japonés en Filipinas.El expresidente Lázaro Cárdenas, una figura fuerte del nacionalismo, sirvió para que el gobierno tuviera respaldo popular a la guerra. A pesar de la desconfianza de la contraparte estadounidense, los pilotos mexicanos ejecutaron ataques en picada peligrosos en julio de 1945 en los alrededores de Manila. Su participación se dio a solo unas semanas de que se produjeran los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que pusieron fin al conflicto en Asia. “Fue una contribución mexicana en la medida de sus posibilidades”, explica Valdez. “Ellos entraron en acción de guerra, iban a combatir a los japoneses, tuvieron entusiasmo, tuvieron miedo, Estuvieron en guerra porque México estaba en guerra”, dice el historiador ante la concepción que se creó años después de que la participación mexicana fue simbólica. Aquellos pilotos mexicanos no tenían idea de que estaba por terminar la guerra del Pacífico con una operación altamente secreta para lanzar bombas atómicas.México participó en la campaña que encabezaba Estados Unidos en el Pacífico, en países como Filipinas. Pero más allá de lo que hizo el Escuadrón 201, Carrillo-Reveles destaca cómo México tuvo una contribución importante en la victoria de los aliados a través de todo el apoyo de fuerza laboral e industrial a Estados Unidos. “Contribuyen de manera muy importante a que la economía de Estados Unidos no pare y que pueda mantener incluso a flote a una Europa que está colapsada completamente”, señala. Por mucho tiempo circularon versiones sin sustento, señalan los historiadores, de que Estados Unidos fue el que hundió al Potrero del Llano y el Faja de Oro. “Hoy no hay absolutamente ninguna evidencia de que haya sido Estados Unidos”, apunta Valdez. En cambio, el tiempo mostraría que la guerra fue un momento transformador para México: “Y si se piensa, todo esto es producido por el hundimiento de un barco”.